Escrito por Antonella Ferrucci Martes, 25 de Enero de 2011
Entrevistamos a Luca Crivelli y a Benedetto Gui, recién llegados de Argentina, sobre esta primera escuela edc que acaba de terminar
Balance de la Escuela de Verano Edc 2011
por Antonella Ferrucci
Luca, si tuvieras que describir la sensación que te queda tras estos días, ¿qué dirías?
Relacionaría este viaje con el realismo mágico, que es uno de los estilos más célebres de la literatura latinoamericana y no sólo por los juegos de prestidigitación con los que Galo Pozo solía terminar sus excelentes exposiciones sobre organización empresarial. El realismo mágico, en el que se refleja la capacidad de un autor para hacer extraordinario lo ordinario, nos recuerda el sentido que tienen los carismas: darnos ojos nuevos, que nos permitan ver cosas que otros no ven. El realismo mágico nos recuerda el “no tienen vino” de las bodas de Caná y el exceso, en términos de litros y de calidad del vino, del milagro de Jesús. No por casualidad esa página del Nuevo Testamentos es la misma que escuché en la capilla del aeropuerto de Malpensa antes de embarcar para Argentina, una idea que nos ha acompañado durante todos estos días.
¿Qué puedes decirnos sobre la semana que has pasado en Argentina?
Ha sido un tiempo lleno de vida, una vida que mana en la medida plena y rebosante que el Evangelio promete a quienes aceptan dar (y sobre todo darse) al Amor, “que todo lo pide y todo lo da”.
El formato de esta escuela ha sido, en mi opinión, innovador. Completamente económica ...y a la vez completamente evangélica. Hablábamos de ser empresarios de la EdC y descubríamos que esta vocación tiene sobre todo una dimensión espiritual. Nos preguntábamos cómo puede llegar un empresario de la EdC al alto desempeño y a partir de ahí veíamos surgir opciones de vida muy radicales en los jóvenes. “Gracias por cambiarme la vida” es la conclusión de la intervención de una muchacha boliviana que conocía por primera vez la economía de comunión. Esta frase resume los sentimientos que muchos de los presentes expresaron en la rueda final de impresiones.
¿Cuáles han sido los puntos principales de esta escuela?
Diría que la propuesta unitaria y la metodología. No ha habido ninguna separación entre los momentos espirituales, la reflexión teórica y los ejemplos prácticos; entre vida y pensamiento, entre exposiciones y diálogo. Hemos apelado a la esfera cognitiva y a la afectiva, hemos escuchado y hemos visto. La comunión ha sido constante. Un hecho importante es que cada día dos empresarios distintos contaban su vida y respondían con experiencias a las múltiples preguntas de los jóvenes. Además, en esta escuela hemos conseguido movernos como “un agente colectivo”. A muchas de las personas que animaban el programa no las conocíamos y sin embargo – a pesar de interpretar una partitura poco definida (estilo jazz), con muchos espacios de libertad – ha salido un concierto verdaderamente armonioso, como si fuéramos una banda afinada en muchos conciertos. Nadie se preocupaba en exceso de su parte del programa, sino más bien en tejer un hilo conductor con referencias útiles a lo que otros habían dicho con anterioridad.
¿Cómo estaban organizados los grupos de trabajo?
A los grupos de trabajo se les llamaba “empresas” (cada una de ellas formada por 6 o 7 jóvenes y un empresario con experiencia). Cada día se dedicaba un tiempo al trabajo en grupo, para preparar las preguntas y dialogar con un invitado durante la comida (Benedetto Gui, Galo Pozo, Ramón Cerviño, Germán Jorge y yo mismo, por turno, comimos en cada una de las empresas). La visita al Polo Solidaridad fue significativa y didáctica: cada grupo tenía que analizar un punto de vista distinto y contar al día siguiente en la sesión plenaria el resultado de su análisis. Así surgieron algunos aspectos muy interesantes. Los jóvenes son verdaderamente inteligentes (en el sentido de que saben leer entre líneas).
Parece todo incluso “demasiado perfecto” para ser real …
En efecto, los últimos dos días, después del encanto inicial, se me presentó otra perspectiva, tan verdadera como la anterior. Palpé que todos aquellos frutos habían sido pagados abundantemente. Cuántos dolores, incomprensiones y soledades se ocultan en la vida de un empresario; cuántas tribulaciones que piden ser consoladas. No es fácil mantener el entendimiento cuando se tiene un carácter fuerte y cuando las personas se sienten habitadas por una vitalidad interior que quiere expresarse. Este es el reto: conseguir superar las incomprensiones, rivalidades y heridas que la lucha de la vida, también económica, siempre produce, sin reprimir el daimon de cada uno. El último día, al presentar el libro de Luigino Bruni “La herida del otro”, recientemente traducido al español, sentí que tenía que incidir menos en la parte histórica y cultural del libro y más en el mensaje universal sobre los típicos rostros que adquiere el sufrimiento que comporta la relación con los demás (especialmente con los hermanos más cercanos, que trabajan a nuestro lado para realizar, en lo concreto, una economía de comunión). La lectura por parte de Ramón Cerviño, de una emotiva carta de Mario Breccia, y las respuestas que dieron los empresarios por la tarde dejaron claro que muchas de las heridas que marcan la vida del empresario se prolongan en el tiempo. Pero estas heridas, cuando se aceptan y se aman, son una vorágine de vida de la que puede manar el agua que apaga cualquier sed.
Tú, Benedetto ¿qué puedes añadir?
Decir que la escuela ha ido bien sería quedarse corto. Ciertamente se daban las mejores condiciones: un buen grupo de personas verdaderamente decididas a hacer de la economía un lugar de comunión y dispuestas a dejarse la vida en ello, junto con algunas otras que tal vez no supieran mucho de la edc pero creían que merecía la pena emplear tiempo y dinero para saber más. Incluso el tiempo contribuyó, ya que el primer día cayó una gran lluvia que hizo bajar la temperatura de los 40 grados del día anterior a poco más de 20 por el día, con un sol límpido, y algo menos por la noche (con una luna llena y con la cruz del sur). Una situación ideal que duró toda la semana... Pero que después el resultado haya sido el que hemos visto no era algo que se pudiera dar por descontado. La primera rueda de presentaciones del domingo por la tarde ya fue prometedora. Los contenidos, que hablaban de un estilo de vida que se correspondía con el modo de estar juntos de aquellos días, así como la radicalidad (especialmente en algunos testimonios) también hicieron su parte. Pero el contagio entre todos de un clima interpersonal sencillo, cálido y fraterno siempre es un pequeño milagro. Al llegar la despedida, más de uno hablaba de “una semana que me ha cambiado la vida” o decía que le gustaría quedarse allí. Algunos decían que querían gastar su vida llevando la fraternidad a la vida económica y no en otras cosas, o que ya no se veían gestionando las decisiones económicas de manera distinta. Alguno hablaba de su compromiso de crear empresas de comunión como una auténtica vocación.
¿Un último comentario?
Creo que dirigirse a los jóvenes y dedicarles atención y tiempo ha sido la mejor decisión. Más de uno nos ha dado las gracias por darle a esta escuela una semana entera, de la mañana a la tarde o mucho más allá, si tenemos en cuenta las costumbres sudamericanas.. Sin jóvenes no hay futuro, tampoco para la EdC.
Yo como participante, puedo decir que "estar, participar y sentir la Edc" en la Mariapolis Lia, era percibir de manera diferente la Economía de Comunión también ampliando nuestro conocimiento. Tan importante conocer las empresas, los lugares en donde dia a día estas personas de fe, viven y dan su vida por este ideal de un mundo nuevo, también, por qué no, en el Trabajo.., analizar juntos tantos aspectos de la vida laboral, también el dolor o incomprensiones como decía Luca. Fue como estar en una reunión familiar escuchando y abriendo el corazón para poder captar y percibir lo que cada persona decía. Doy gracias a Dios por haber podido estar en esa Escuela, donde sentí que no está lejana la unidad Latinoamericana! Saludos a todos! Silvana (Ecuador)todos aquellos frutos habían sido pagados abundantemente.
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